Terapia Gestalt
La terapia Gestalt centra su objetivo en la forma de interacción o contacto que se establece entre la persona y su entorno. En esa frontera que existe entre su ser y el medio que lo rodea, se produce aquello que conforma el aspecto psicológico: la conducta, la manera de interactuar de cada persona. El enfoque gestáltico concibe al ser humano como una unidad, y a cada existencia, como una entidad única, dinámica e integradora, que conforma “El Mundo de cada persona” y no “El Mundo” en general. Este punto de vista posibilita el aprendizaje de formas flexibles de vincularnos con nuestro propio mundo, recuperando la responsabilidad creadora que cada persona tiene sobre su existencia.
El “darse cuenta”
Uno de los pilares fundamentales de la terapia Gestalt es la toma de consciencia, es decir, la capacidad del “darse cuenta”. Muchas veces el “saber” intelectual no significa aprendizaje, y por el contrario, muchas veces confundimos comprender con justificar y esto último nos dejo siempre “inmóviles” o lo que es lo mismo, moviéndonos en un cinta automática sin ir ninguna parte.
A veces, los sentidos parecen dormidos, o los estímulos parecen diluirse antes de llegar a ser percibidos. Así como la sal perfectamente diluida en el agua sólo puede ser percibida si la probamos, la consciencia, el darse cuenta, necesita ser despertada/o por vía de la experimentación.
Experimentar la atención del propio gesto, la inflexión de la voz, de la respiración, el uso de diminutivos u otros calificativos en nuestro lenguaje, o la postura de nuestro cuerpo, es la manera integral de percibir el conjunto de estímulos y respuestas que se producen en nuestra interacción con el entorno. Esa experimentación con la que el terapeuta procurará ayudar a alcanzar “el darse cuenta” a su cliente, es el conocimiento que permitirá restablecer una continuidad de consciencia, con la cual podrá aprender y aprehender la vida a cada instante. Para ello, la Gestalt recurre, si es necesario, al valioso aporte de otras técnicas y enfoques ya que, sin olvidar el origen de su marco teórico asentado en la psicología de la percepción, el psicoanálisis y las corrientes existencialistas, la Gestalt considera válido todo aquello que pueda conducir al cliente a un equilibrio físico, anímico e integrador con su realidad.
“Aquí y ahora” como ajuste creativo de la persona con su entorno actual
La consciencia de lo que ocurre en el momento presente, en los niveles corporal, afectivo y mental de una persona, es una experiencia totalizadora, actual, referida al individuo como globalidad. El presente así experimentado, incluye el recuerdo, las vivencias anteriores, los fantasmas, las situaciones inconclusas, las anticipaciones y los proyectos. Fundamentalmente, el “aquí y ahora” constituye una experiencia de contacto, ya sea con el entorno, con el prójimo, o con uno mismo. La Gestalt centra su proceso de aprendizaje terapéutico en la concienciación de la manera mediante la cual, la persona suele distorsionar esa experiencia, ignorar o negar sus necesidades y deseos, encerrándose en la reiteración de situaciones anteriores y, en suma, impidiendo un contacto de ajuste creativo con su entorno presente.
Aprender a despedirse
Para la terapia Gestalt, un trastorno en cualquier nivel de nuestra consciencia, nos impide el flujo permanente de los procesos de encuentro y despedida. Muchas experiencias difíciles o dolorosas que nos plantea la vida, producen un impacto tan fuerte en nosotros que nos resulta difícil hacer un ajuste adecuado para poder salir de ellas. Cuando esto sucede, algunos factores actúan como detonantes y contribuyen a amarrarnos a tal situación, planteándosenos como verdaderas encrucijadas. Entonces, la persona pareciera estar “fijada” a aquella figura o situación que la retiene dentro de un constante sufrimiento, malestar o insatisfacción.
El aprendizaje transformador de la Gestalt, trata de restaurar las facultades de elegir y desestimar, de hacer contacto y saber despedirse luego. Este desapego que significa el aprender a despedirse, no significa desafecto, sin embargo, es lo que nos permite trascender el dolor, la duda paralizante o cualquier consecuencia de un estado insatisfactorio, para poder continuar abiertos a nuevos vínculos y, en suma, nuevas experiencias.
Convertirse en artesanos de la propia existencia
La vida nos pone permanentemente en situación de abrir y cerrar episodios, relaciones, proyectos, decisiones. Aquella capacidad interior que todos llevamos dentro y que nos permite enfrentar y aceptar los cambios, recrear diferentes roles y expresar nuestra manera peculiar de sentir, corresponde a las funciones de lo que la Gestalt denomina El Self o, el Sí mismo en acción. Cuando no hay perturbaciones importantes, nuestro ser interior nos permite asumir y desarrollar nuestra verdadera personalidad, reconociendo y distinguiendo límites entre uno y “lo otro”, así como establecer vínculos “intra” e “inter” personales enriquecedores.
Como lo haría un artesano que recrea una y otra vez nuevas formas en el elemento que trabaja, cuando despertamos y ponemos en acción a nuestro verdadero ser, podemos asumir la tarea creativa de liderar nuestra propia existencia y llevar a buen puerto cualquier desafío personal / profesional.
El trabajo corporal en la Gestalt
La terapia Gestalt no es una terapia corporal, con la que muchas veces se la identifica erróneamente, o se la engloba dentro de las “terapias emocionales”, “psico-corporales”, o “somato-terapias”. Pero sí toma las dimensiones corporales y emocionales, tanto como las cognitivas, intelectuales, relativas al comportamiento, oníricas, imaginarias, expresivas y otras propias de la persona. Dimensiones de las que puede servirse el terapeuta gestáltico para hacer contacto con su cliente y para que a su vez éste, pueda hacer un contacto ajustado con su realidad. Por lo que este proceso de aprendizaje terapéutico, también llamado de unificación de la persona, incluye la dimensión corporal (gestual, postural, actitudinal, físico, etc.), otorgando energía y posibilitando con ello, la creación de condiciones favorables para el desarrollo, la integración y el cambio.
Objetivos de la terapia Gestalt:
– Tomar conciencia de los aspectos negados de mi personalidad y así aceptar íntegramente quien soy.
– Cerrar situaciones inconclusas del pasado que interfieren mi presente y me restan energía.
– Darme cuenta de mis necesidades, deseos e intereses genuinos, aunque a veces se contrapongan a las exigencias de los demás.
– Pasar del apoyo externo al auto apoyo
– Aprender a responder a lo que me sucede en forma creativa para no volver a tropezar siempre con la misma piedra.
– La terapia Gestáltica produce cambios profundos en breve tiempo, favorece el proceso de integración de la personalidad desde el Autoconocimiento y el despliegue de las potencialidades.
– Tener una vida más satisfactoria y ser auténtico con uno mismo y con los demás enriqueciendo nuestros vínculos.
Logros más habituales
– Una correcta autoestima
– Capacidad para asumir compromisos
– Desarrollar su creatividad vital
– Capacidad para resolver conflictos
– Ampliar su consciencia
– Reconocer, aceptar y gestionar sus emociones
– Mejorar sus vínculos personales
– Sentirse una persona íntegra, valiosa y auténtica en cualquier ámbito de su desempeño
Sesiones de terapia individual y/o en grupo.
Personalmente, me gusta trabajar bajo las dos modalidades.
Generalmente es importante fortalecer el vínculo entre consultante y terapeuta a través de las sesiones individuales, porque para la Gestalt, es el vínculo en sí, vehículo de transformación y crecimiento. Sin embargo, y en función de mi experiencia, la terapia en grupo ofrece un aprendizaje muy rápido, un entrenamiento emocional y de comportamiento, así como un sentido de pertenencia reparador y/o más amplio que el que portamos (es decir, el familiar de origen).
Terapia de pareja
Podría decir que la terapia de pareja busca actualizar la elección (o no) del vínculo; mejorar la comunicación, aceptar al otro como a un otro y no como una mera proyección de “mis” exigencias y expectativas… Ciertamente, podría poner ejemplos muy abundantes acerca de los motivos de consulta y de abundantes errores de convivencia en los que sólo en el contexto de la pareja solemos incurrir… A veces, cuesta entender que no es el amor lo que hace posible un vínculo de pareja, sino que es el tipo de vínculo que construimos lo que hace posible el amor. No siempre es suficiente con amar, especialmente si falla la voluntad de amar cuando se apaga la fascinación del enamoramiento. Cuando esto último ocurre –porque en verdad ocurre, tarde o temprano–, solo en el contexto de la pareja aparecen, implacables, las cosas no resueltas de cada uno y convertimos al otro en un blanco de nuestras proyecciones, de nuestra sombra, de nuestras heridas…
Debo decir que me produce una inmensa felicidad acompañar a las parejas cuando deciden crecer juntas o cada uno de forma individual con objetivos compartidos, e incluso siento serenidad, cuando las parejas abandonan sus exigencias e ideales infantiles y pueden soltar el vínculo con respeto y agradecimiento. Hay dos poemas que resumen impecablemente el espíritu que debe inspirar y acompañar en consciencia el trabajo de crecer como persona en el marco de la pareja. En la Oración de la Gestalt destaco dos frases:
Oración de la Gestalt
Yo soy Yo.
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas.
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú.
Yo soy Yo.
Si en algún momento o en algún punto nos encontramos, será maravilloso.
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a mí mismo, cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a ti, cuando intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo.
Por Virginia Satir
Quiero amarte sin aferrarme,
apreciarte sin juzgarte,
invitarte sin exigirte,
dejarte sin sentirme culpable,
criticarte sin hacer que te sientas culpable y ayudarte sin ofenderte.
Si puedo obtener de ti el mismo trato, podremos conocernos verdaderamente y enriquecernos mutuamente”