Paradigmas

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Del Mecanicismo al Relativismo [1]

De manera más o menos inconsciente, nuestra forma de observar e interactuar con la realidad, está determinada por el paradigma científico dominante de la época y la cultura en que estamos inmersos.

La física mecanicista (newtoniana), que describe al universo como conformado por objetos “materiales” sólidos, que se relacionan “mecánicamente”, dominó la escena científica hasta principios del siglo XX, y la forma cotidiana de ver la realidad hasta nuestros días.

Esta perspectiva mecanicista, ya superada, se sigue sosteniendo porque es simple, porque describe adecuadamente muchos aspectos de la realidad y, sobre todo a nivel de lo psicológico, porque resulta reconfortante y “segura” para quienes necesitan percibir al mundo como algo sólido, inmutable, y con reglas fijas que regulan su funcionamiento.

Pero en 1905 (aproximadamente a los 12 años de F. Perls, 49 de S. Freud) Albert Einstein publica su primera versión de la Teoría especial de la Relatividad[2], de la cual la teoría mecanicista es solo un caso particular, y generó un marco de referencia más amplio desde el cual interpretar la realidad.

Los conceptos más revolucionarios de la teoría que, a esta altura, todos conocemos, tienen que ver con que:

  1. El tiempo y el espacio no son independientes, forman un continuo tetradimensional.
  2. La materia y la energía no son independientes, se ínterpenetran mutuamente y se pueden convertir una en la otra en determinadas condiciones.

En términos más generales, la teoría de la relatividad “relativizó” el concepto de Verdad:

Toda verdad es relativa al marco de referencia desde el cual se enuncia.

Este concepto es muy inquietante porque implica que nadie es dueño de la verdad.

Desde el paradigma mecanicista, nuestra personalidad intenta armar estructuras “inamovibles” basadas en verdades absolutas y, por lo tanto, también inamovibles. Nuestra personalidad se siente segura ante este modo de estructuración.

Desde el paradigma relativista debemos trabajar para que nuestra personalidad acepte que: las estructuras que armamos basadas en verdades relativas, son provisorias, modificables, móviles, permanentemente susceptibles al cambio y a la evolución.

Desde esta perspectiva relativista, deberíamos aceptar que cada escuela psicológica adecuadamente desarrollada y verificada en la práctica, tiene su verdad si se desarrolla dentro de su marco, pero no es dueña de toda la verdad, concepto al cual deberíamos renunciar.

La teoría de Einstein no solo relativiza sino que también relaciona cosas que previamente se suponían independientes. Una revolución en este sentido, de la que no nos hacemos aún a la idea (o al menos no suficientemente), es la relación entre sujeto y objeto.

Desde el mecanicismo, el ser humano (poseedor de consciencia) es el sujeto de estudio de un objeto a ser estudiado (aunque en el caso de lo psicológico el objeto sea otro ser humano).

La realidad, claramente demostrada a partir de Einstein en el campo de la física, pero que puede trasladarse a cualquier otro campo, es que no existe la posibilidad de que sujeto y objeto de estudio no interactúen.

Así, aparece un nuevo concepto: el de “subjeto”, en el que ambos términos de la formula anterior: sujeto – objeto, se estudian y se conocen mutuamente.

Cuando un subjeto se acerca a otro para estudiarlo (conocerlo) penetra con su campo en el campo del otro. Ambos campos se interfieren e interactúan, con lo cual, se están conociendo mutuamente, aunque ésta no fuera la intención del segundo.

Esto nos muestra que no existen un sujeto absoluto ni un objeto, ya que al interferirse con su mutua presencia en el momento del estudio, ninguno de los dos es el que era antes de que ambos entraran en contacto.

Teoría de campos

El concepto de campo fue aplicado en un principio al estudio de la electricidad y el magnetismo, desarrollado por Faraday y Maxwell a mediados del siglo XIX, y como mencioné antes, fue Kurt Lewin, a principios del siglo XX, quien desarrolló y aplicó este concepto a la psicología. Esto representó otra forma muy importante de cambiar el paradigma mecanicista y su forma de interpretar la realidad.

El campo regula el comportamiento del individuo, que debe someterse a sus leyes y quien, a su vez, modifica la constitución del campo.

La primera ley, y la más importante, es que para poder operar en el campo, uno debe estar conectado, sintonizar con el campo.

En el caso del espectro electromagnético, sintonizamos una radio, un televisor, o encendemos una lámpara, según la porción del espectro con la que queremos (o podemos) conectar.

¿Y el campo de la consciencia?

Por extensión de lo que vengo “tejiendo” (y apoyándome en numerosas comprobaciones fácticas aportadas por la cultura de Oriente, por el esoterismo, e incluso por publicaciones de científicos occidentales de vanguardia), podríamos afirmar que existe un campo de consciencia.

Podríamos decir también, que la consciencia no es solo un atributo individual que poseen los sujetos para poder estudiar, conocer a los objetos, etc., sino que existe un “campo” de consciencia en el que todo “subjeto”, por el solo hecho de estar inmerso, tiene la posibilidad y la capacidad de “conocer” (tomar consciencia) y ser conocido por otros “subjetos” inmersos en el mismo campo.

Así como es obvio que el campo electromagnético existe independientemente de que alguien encienda un receptor de radio, el campo de consciencia existe independientemente de un subjeto interesado en “tomar consciencia”.

En la actualidad, creo que Internet representa una buena aproximación al tema, representando un campo de información de existencia propia almacenada en un espacio virtual compartido.

Una vez generado, el campo tiene existencia y leyes propias; solo puede ser modificado relativamente por los individuos que lo comparten, quienes a su vez, deben respetar sus reglas básicas de funcionamiento.

Desde este marco, cada individuo posee una consciencia individual cuyo desarrollo aporta información y modifica al campo y, a la vez, sintonizando con el campo, puede extraer información que excede su individualidad.

Pero para ir regresando a mi intención de ir repasando y compartiendo algo acerca de las bases que configuran el método de la Terapia Gestalt… la siguiente pregunta sería:

¿Y el campo del organismo?

Pues esa misma es la visión de la Terapia Gestalt:

somos “cuerpo-organismo-campo”.


[1]  Este apartado pertenece al trabajo en colaboraración con Pedro Coronas, bionergetista, en “Análisis caracterológico neorreichiano, como herramienta extrapolable a otros marcos terapéuticos”.

En los ’70 ’80…

En los ’70 ’80…

Pertenezco a una generación que se formó emocionada con las experiencias frescas que mis psicoterapeutas y maestros transmitían todavía de la mano de Fritz Perls.

Rondaban los años 80 en un Buenos Aires castigado intelectualmente (y con la vida misma)  por la represión militar. Y muchos, tras el cierre de la Facultad de Filosofía y Letras, buscamos grupos de estudio undergrounds, psicólogos no “fichados” que, con mucha discreción continuaron conteniendo, sanando, enseñando y motivando a crecer para transformarnos en personas libres psicoemocionalmente.

Los laboratorios realizados en casas de fin de semana “no sospechosas” nos permitieron reír, llorar y cantar fraternalmente nuestros mundos privados desoyendo el son de toques de queda.

Y para cuando recuperamos el libre albedrío, ya muchas semillas habían sido sembradas en el campo de la consciencia.

Recuerdo ahora muchos más rostros que nombres… Quiero darles mi agradecimiento a todos esos compañeros de estudio, de terapia grupal, de sesiones prolongadas y de laboratorios, porque sin ellos no hubiera podido ver ni integrar muchos de mis aspectos en sombra.

Algunos maestros ya no están. Otros continúan, enriquecidos por los años, formando y acompañando con proximidad y a la distancia. Pero a todos los que, por allá y entonces, fueron parte de mi formación, va mi agradecimiento.

Ser Semilla

Ser Semilla

De tanto en tanto me gusta dirigir una visualización creativa en los grupos o talleres, para contactar con “Ser semilla”. La experiencia es sumamente enriquecedora para tomar consciencia de la realidad presente de cada uno, más que de nuestro inicio o pasado.

Mientras pensaba en compartir este ejercicio, me llegó la foto de una pintada (si se puede decir así de fácil) que me obligó a reflexionar profundamente. Sentí escalofríos, emoción, fuerza… Y tuve que hacer un alto en mi propósito de compartir la visualización de Ser semilla.

Esta es la imagen y lo que pude averiguar de su contexto:

Captura de pantalla 2015-02-27 a la(s) 17.13.48“Nos quisieron enterrar. No sabían que éramos Semillas”

Esta pintada está en un muro de Medellín, Colombia, cerca de la actual macro Biblioteca España. Hace unos años, estos barrios ubicados en lo alto de las laderas, estaban aislados de la ciudad. El índice de asesinatos era de más de 400 personas al año… Hoy, ha descendido a 45. ¿Cómo lo lograron? Medidas políticas y económicas inteligentes, humanistas, basadas en 2 grandes proyectos llevados a cabo: 1) Creando un transporte público aéreo (El Metrocable) que constantemente sube y baja sus góndolas voladoras uniendo la ciudad con los barrios altos en 20 minutos; 2) llevando las grandes bibliotecas públicas (y con ello la cultura, educación, arte, vida) hacia allí. Hacia lo alto.  Ya no es más una zona de miedo, de impunidad, de torturas como la de enterrar a mujeres vivas.

Allí se encontró esta pintada en un muro. Impactante. Maravillosa. Terca como la vida misma. Va mi respeto y agradecimiento.

Me vale como homenaje a las mujeres que aún siguen sin derechos y sufriendo graves abusos.  Me vale como reivindicación de las víctimas de crímenes. Me vale como homenaje a las minorías agraviadas, más allá del género y fechas puntuales como el 8 de marzo… Me vale como denuncia de quienes destruyen el arte testimonial de culturas ancestrales…

 

Esto es lo que “casualmente” me llegó mientras pensaba en la visualización de la semilla… Y la mente se me disparó hacia tantas cuestiones filosóficas que necesité buscar algo en la etimología de la palabra semilla que me permitiera regresar a mi propósito.. Y buscando en Google encontré (cito textualmente):

(…) Él (refiriéndose la articulista a Aristóteles) en efecto, trasladando a la biología los prejuicios sociales propios de la misógina sociedad griega, dice que la semilla de un nuevo ser es el esperma del macho y todo lo demás, incluido el huevo y la mujer, es “suelo fértil” para que esa semilla, único origen del nuevo ser, se desarrolle. Es por esa consideración androcéntrica que los antiguos llamaron erróneamente “semilla” al líquido reproductivo del varón (sperma en griego, semen en latín), cuando no es ninguna semilla, y es un error terminológico que mantenemos. (…)

http://etimologias.dechile.net/?semilla

Advertí claramente que me había abierto hacia otro contexto de reflexión y… ¡Qué NO! ¡Que no quería ir por ahí…!  Así que volví a Google, pero nada de etimología, solo diccionario, puro y duro. Y en la acepción del significado de semilla nº 4 de la RAE (no relativo a la biología), reza: “Cosa que es causa u origen del que proceden otras”

¡Eureka! Ya sé para qué plantear ese artículo sobre “ser semilla”.

Ya sé por qué me gusta dirigir esta visualización creativa en las sesiones de terapia:

¿Crees que tú eres la consecuencia de esa causa u origen (= semilla) del que procedes (refiriéndonos al comportamiento y/a la realidad que vives, no a la biología)?

Creo que lo dejo aquí.

TT

 

Diagnóstico Caracterológico Neoreichiano como herramienta extrapolable a otros marcos terapéuticos.

Diagnóstico Caracterológico Neoreichiano como herramienta extrapolable a otros marcos terapéuticos.

Seminario – Taller para psicólogos, psicoterapeutas y estudiantes de último curso de estas disciplinas o afines.

Diagnóstico Caracterológico Neoreichiano como herramienta extrapolable a otros marcos terapéuticos.

Impartieron Pedro Coronas y Trini Torner – Barcelona 14, 15, 21 y 22 de febrero de 2009

Diagnosticar: ¿sí “o” no?

Hacer un diagnóstico en el ámbito terapéutico y en otros ámbitos de la vida
constituye un arma de doble filo.
Por un lado, un diagnóstico representa una especie de mapa de la situación
que estamos explorando y, en ese sentido, la enmarca y “nos marca” una serie
de caminos posibles y conocidos para poder recorrer.
Por otro lado, este mapa nos rigidiza y nos limita, ya que seguramente en la
exploración, nos encontraremos con otra serie de caminos posibles que no
encuadran en el diagnóstico.
Entonces, ¿conviene “o” no conviene diagnosticar?
Si elegimos tomar partido en este plano de supuesta oposición entre lo bueno
“o” lo malo de diagnosticar, cada cual resolverá lo que le parezca “mas bueno”
o “menos malo”.
Nosotros elegimos mirar esta cuestión desde otro punto de vista más
integrador y menos radical, convirtiendo la oposición en complemento,
cambiando la expresión “o” (excluyente) por “y” (inclusiva).
Desde este plano entonces, decidimos hacer un diagnóstico que nos guíe en
nuestra tarea “y” apartarnos de esta guía, cada vez que se nos presenten
caminos alternativos que prometan enriquecer nuestra exploración.

Objetivos

En este curso pondremos a disposición de otros enfoques, la utilización de la
herramienta diagnóstica desarrollada dentro del marco de la bioenergética, con
el objetivo de enriquecer y ampliar recursos profesionales, que pueden ser
integrados sin provocar una ruptura con el marco disciplinario de origen de los
participantes.
Al alcanzar los objetivos de este curso, cada participante podrá “ver” y
leer lo neurótico desde tres puntos de vista diferentes y a la vez en algún
sentido, idénticos: la estructura corporal, la estructura caracterológica, y
los contenidos del inconsciente.

Fundamentos

Antes y después de Freud, varios autores ensayaron tipificar las conductas
humanas según una clasificación caracterológica.
La clasificación aportada por Reich deriva directamente de la teoría
psicoanalítica, si bien él la planteara en términos de diferenciación y
polarización con respecto a Freud. Sin embargo, constituye, en mi opinión, el
otro polo de la misma cuestión. Constituye una manera distinta pero
complementaria de ver la misma “cosa”. Ya que la clasificación caracterológica
de Reich nos permite reconocer formas típicas de construcción de la estructura
yoica, en función de los traumas estructurales típicos a cada etapa del
desarrollo infantil, según las describe la teoría psicoanalítica.
El aporte adicional y fundamental que Reich agrega a su caracterología, es el
concepto de que el carácter a nivel psíquico, moldea la estructura corporal y
viceversa: el cuerpo cristaliza y se pone al servicio de “expresar” el carácter y
“reprimir” los contenidos inconcientes que el yo desea ocultar.
Se puede, con un entrenamiento no demasiado complejo (objetivo central de
este curso), leer en el cuerpo la estructura yoica de la persona y, desde allí,
tener acceso a los contenidos inconcientes reprimidos que la conformaron.

Este seminario resultó de un gran aprendizaje, hubo entrega por parte de todos, se trabajó con mucho compromiso y respeto alcanzándose un clima emotivo y sinceramente afectuoso. Gracias a todos, otra vez.

Diagnostico Caracterológico Neoreichiano.

Del seminario-taller* surge un libro para psicoterapeutas realizado en Barcelona 2009, cuya descarga gratuita está autorizada por su autor y por Trini Torner, en este caso como editora.

icon_link_alt icon *Ver en Descargas

El Periódico: El trabajo de pensar las emociones

El Periódico: El trabajo de pensar las emociones

 ‘EL LÍDER RESONANTE CREA MÁS’ ENTRE EL CORAZÓN Y LA MENTE.

“El trabajo de pensar las emociones”

Una obra de Daniel Goleman sobre liderazgo y sentimientos en la empresa actualiza el concepto de inteligencia emocional.
Trini Torner.

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente no resulta tan sencillo”.

Con esta cita de Aristóteles a modo de ejemplo abrió el psicólogo y periodista Daniel Goleman su best-seller Inteligencia emocional en 1995. (…)