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Otro café por favor

Ni bien comenzaba el viernes recibí un whatsapp de E. S. 

La foto ampliada me permitió leer un “articuento” de Juan José Millás.

¡Qué regalo!  Gracias Millás, gracias El País, gracias E. S.!

¡Qué delicia de desayuno! Y además ya era viernes.

Las sesiones de grupo cada vez me gustan más. Reflexionar entre todos es apasionante. Y los hallazgos de uno, suelen ser un triunfo para todos…

Me siento afortunada.

E. S. ya sabe escuchar y escucharse. Sabe que algunas palabras, frases, comentarios sobre nosotros, interpretaciones o mandatos recibidos en la infancia, se nos apropian… Sí, sí, se apoderan de nosotros y nos conducen por “nuestra” existencia como un Flautista de Hamelin.

Otro café por favor.

Quise seguir degustando esas líneas y esas entrelíneas antes de comenzar la jornada de trabajo. 

Adoro los diferentes lenguajes para expresar las mismas cosas… Pintura, literatura, danza, psicoterapia… Porque es maravilloso poder encontrar lo igual de nosotros ante las diferentes circuenstancias.

Solo podemos dejar de repetir automatismos si primero los detectamos.

Aqui copio el texto que ha servido de pretexto para ese guiño de complicidad con el que me obsequió E. S.

“Ahora debo procurar no morirme, se dijo el anciano escritor tras recibir el Nobel. Procurar no morirse, se entiende, como se procura no coger frío, un propósito modesto, en fin, para no caer en dramatismos. Empezó a procurarlo al día siguiente de regresar de Estocolmo y a los 15 días estaba agotado porque procurar no morirse se parecía mucho a la muerte. Empiezas evitando las cornisas y acabas por recluirte en casa. Y también el hogar está lleno de peligros: el gas, los cortocircuitos eléctricos, la intoxicación alimentaria… Pero se había fijado un objetivo y estaba dispuesto a realizarlo.

Así, mal que bien, fue viviendo para disfrutar de los beneficios de la fama, que durante tanto tiempo, juzgaba él, le había sido esquiva. Un día, ya muy mayor y un poco deprimido, se preguntó si debía procurar morirse. Procurar morirse como se procura mantener, por ejemplo, la higiene dental. Como un proyecto sencillo, pero al que se dedican todas las energías disponibles. A veces, estaba tan absorto en morirse, que sus hijos le preguntaban si le ocurría algo. “Estoy procurando morirme”, decía él con naturalidad, lo que ellos interpretaban como un desvarío senil. Sin embargo, jamás había estado tan lúcido. Cuando evocaba los días del Nobel y su loco propósito de sobrevivir para disfrutar de los fuegos artificiales consecuentes, se preguntaba si no habría hecho, sin darse cuenta, un pacto con el diablo.

Dejó de escribir, en la confianza de que eso acelerara el final. Después dejó de leer. Un lunes, sin procurarlo, le entró la sopa por mal sitio y se asfixió. Mientras expiraba, se vio a sí mismo de pequeño, saliendo de casa hacia la escuela un día de lluvia. Su madre, desde el portal, le decía: “Procura no mojarte”.

 

Publicado en El País el viernes 7 de febrero 2015.

Juan José Millás (Valencia, 1946) es licenciado en Filosofía y Letras y creador de los articuentos, híbrido entre el cuento y el artículo escrito a través del móvil. Autor de Visión del ahogado, Papel mojado o La soledad era esto, ganó el Premio Nacional de Narrativa y el premio Planeta por su novela El Mundo y el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en 2002.

 

 

 

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